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martes, 23 de julio de 2019

RELATO EROTICO: LAS FOTOS DE LAS PIEDRAS DESNUDAS

Marina no sabía cuánto y cómo iba a cambiar su Vida, con una simple invitación para ir a bañarse al río. Había llegado de Ibiza hacía pocas semanas, y por casualidad se había encontrado en el supermercado a su compañera de aventuras de la adolescencia: Alejandra, Alex, para l@s amig@s. Lo que más recordaba Marina de ella, era su carácter rebelde, su valentía, esa capacidad de vivir cada momento a fondo y la ausencia de miedos o prejuicios. Alex había sido bisexual desde siempre, y por su personalidad arrolladora y su físico tan atractivo, volvía loc@s tanto a ellas como a ellos. La relación de ambas, en cambio, nunca había llegado a traspasar algo fuera de un par de besos en la boca una noche de borrachera, o alguna mirada en la que los 4 ojos se encontraban y se decían algo que luego, ninguna de las dos quería traducir en palabras. Marina siempre había sido de novios, y nunca había experimentado el sexo con otra chica, ni siquiera en Ibiza, donde trabajaba como gogó en una discoteca un par de noches a la semana.
Así que, encontrarse a Alex en un super a las 12 de la mañana, era algo con lo que no contaba. Había ido a comprar pan y algunas cosas que necesitaba, ya que, desde que compartía piso con Laura,(una estudiante de Derecho que en verano trabajaba en un pub irlandés) la fruta y la verdura brillaban por su ausencia. Marina seguía cuidando mucho su cuerpo, no era narcisista, pero le gustaba mirarse en el espejo y verse guapa, o, al menos, atractiva para ella misma. "Yo necesito ponerme", comentaba a menudo. Así que, con la piel morena, unos shorts (bastante shorts) vaqueros deshilachados, una camiseta de tirantes blanca, y sus imprescindibles gafas de sol, bajó al super de la esquina a comprar algo de verde, como ella decía. Y fue en ese pasillo, cuando se topó con su amiga de la adolescencia, Alex. Tan fascinante como siempre. Llevaba el pelo largo, negro, con flequillo espeso. Las cejas negras y bien dibujadas enmarcaban unos ojos enormes, de película. Azul oscuro casi negro, solían decirle. Los labios carnosos, los brazos marcados pero no excesivamente, mostraban un tatuaje que se iniciaba en los biceps y parecía perderse en su espalda. Era un dragón dibujado a trazos, un tatuaje que podía hipnotizarte haciendo que lo siguieras hasta donde ella quisiera, o te dejara.
Llevaba una minifalda vaquera y una camiseta también blanca, de tela un poco, sólo un poco, transparente, insinuando unos pechos perfectos, terminados en unos pezones morenos que se movían libres, sin sujetador que los atrapara.
- ¿Alex?
-¿Marina?
-Qué sorpresaaaaaa!! Pero tú no estabas por las islas?
-Siiiiii, he estado hasta hace poco, pero ya tenía ganas de volver, ya sabes como es Madrid...lo odias pero luego no puedes vivir sin él...
- Cierto, completamente cierto...Oye voy un poco de prisa, pero dame tu móvil y quedamos en breve, te parece?
- Claro, apunta.

Y así fue como, con unos cuantos números, Marina abrió la combinación de la caja fuerte de los deseos que cambiaría su Vida para siempre. Porque un par de días más tarde, recibió un whatsupp de Álex.

- Hola bombón, soy Álex. ¿Qué haces mañana por la mañana?
- Holaaaa! Pues tengo una clase de spinning...por?
- Voy a hacerle un favor a un amigo fotógrafo. Vamos a un río, voy a posar para él en las piedras. ¿Te animas a acompañarnos?
- Pero a ver, ¿qué clase de fotos y qué clase de fotógrafo? Q te conozcooooo
- Jajajajaja. Erotismo fijo. Porno ni hablar. Venga tia, vente, que vienes de Ibiza.
-  Joder, y qué tendrá eso que ver? Pero bueno, venga, voy, aunque yo de fotos paso.
- Vaaaaaaale. A las 10 en Chamartín. Nos lleva en coche hasta el río, está en las afueras.

Al día siguiente, sin saber aún muy bien por qué, Marina se subía al metro que la bajaría en Chamartín. Y dos más tarde, lo haría Álex. Las dos habían coincidido en llevar zapatillas de deporte All Star. Marina seguía con los shorts y Álex se había puesto un vestido corto muy cómodo de color vino, como queriendo emborrachar al personal. Después de abrazarse y los dos besos de rigor, salieron al parking, donde les esperaba el amigo de Álex. Le encontraron facilmente, estaba en un Landrover blanco, apoyado en la puerta del conductor. Álex le saludó y después le presentó a Marina. El chico se llamaba Leo, y el nombre le iba bien, porque tenía el pelo largo, rizado, y unos ojos felinos, increiblemente azules, color de mar, pensó Marina, sonriendo.
Se subieron todos al coche,Marina iba detrás,y por el espejo retrovisor se cruzaba de vez en cuando la mirada con Leo. Álex hablaba de una fiesta que había el fin de semana siguiente, y volvía la cabeza para atrás incluyendo a Marina en la conversación.
Leo conducía. Era de pocas palabras aunque su presencia resultaba agradable, hacía sentir cómoda a la otra persona. Cualidad que un buen fotógrafo debe poseer, pensó Marina, que seguía examinándolo. Llegaron pronto al río. Leo cogió todos los bártulos fotográficos y Álex y Marina sus mochilas, porque para ir al sitio donde harían las fotos, tenían que andar un poco.
Al cabo de 15 minutos, llegaron. Marina se quedó impresionada. Era un rio limpio, con rocas a los lados lisas que invitaban a recorrerlas y a tenderse en ellas, y, al fondo, una cascada bajaba sin miedo creando una cortina transparente de gotas de agua.
Álex dejó la mochila en el suelo y se quitó la ropa, quedándose completamente desnuda. Tenía un cuerpo precioso. Su cintura era estrecha y sus caderas formaban un corazón que se perdía en unas piernas largas y de músculos un poco marcados. Marina la miró y se sorprendió sintiendo un calor intenso en sus labios inferiores, como si, en silencio, gritaran su deseo. Álex se metió en el agua sin pensárselo, de cabeza, como hacía con la Vida.
- Vamos, anímate, está buenísima! - le dijo a Marina, cuando sacó la cabeza a la superfície.

Marina miró a Leo, que estaba investigando por las rocas de al lado con la cámara. Se miraron y se sonrieron.
- ¿No te bañas? - le preguntó ella.
- Después de las fotos - contestó él.
- Pues yo voy a probarla.

Dicho esto, se quitó las Converse, los shorts y la camiseta, quedándose con un bikini turquesa. Bajó por las piedras y se sentó en una, metiendo los pies en el agua. Álex se acercó, y mirándola con sus ojos oscuros le susurró: "Estás muy guapa". Le cogió los tobillos que estaban dentro del agua y, abriéndoselos, metió su cabeza entre sus muslos, mirándola fijamente con una sonrisa juguetona.

- Aleeeexxx - dijo Marina, con una sonrisa.
- ¿Quéee? - contestó la otra.
Como toda respuesta, Marina le hundió la cabeza en el agua, riéndose también.
- Te vas a enterar, dijo Álex cuando volvió a salir a la superfície. De nuevo se colocó entre sus muslos y, tomando aire, se sumergió y fue lamiendo la parte interna de los muslos de Marina hasta llegar al bikini. Salió para respirar y para mirar la cara de su amiga, buscando su aprobación. Cuando vio sus ojos cerrados y su expresión de placer, supo que quería que siguiera. Y eso hizo. Bajó de nuevo, esta vez directamente al bikini, lo apartó con dos dedos y pasó su lengua por el clítoris de Marina. Ésta abrió un poco más las piernas, seguía con los ojos cerrados, disfrutando de ese momento. Se daba cuenta de que había deseado a Álex desde hacía años, que había querido esconder ese deseo por temor a lo desconocido, pero que ahora era su oportunidad, y no iba a desaprovecharla.
Álex volvió a salir a respirar, se apoyó en los muslos de Marina con sus brazos y, con sus manos, cogió las de ella, llevándolas hacia sus pechos. Le cogió una y la fue dirigiendo para que la acariciara como le gustaba, con la mano entera y las yemas de los dedos, resbalando por el pezón.
- Déjame salir, susurró Álex.
Marina se echó para atrás y Álex cogió impulso con los brazos, subiendo hasta apoyar la rodilla derecha. Se sentó al lado de Marina. Estaba mojada de agua y de deseo. Mirando fijamente a Marina, se acercó y la besó en los labios. Sus lenguas estaban húmedas y calientes. Cerrando los ojos, se besaron más y más apasionadamente. Álex empezó a acariciar las tetas de Marina, erectas por la excitación, y le desató el lazo del bikini. Entonces, enmedio de esa vorágine en la que estaban, Marina tuvo un ápice de consciencia y volvió a la realidad.

- Leo...tu amigo...- musitó.
- Ah, es verdad. - dijo Álex.
- ¿Dónde está?
Las dos miraron hacia el frente, y le vieron. Estaba sentado en una roca desde la que había visto todo lo que estaba sucediendo, en silencio, de manera respetuosa y sin desenfundar la cámara.
- ¿Le decimos que venga? - preguntó Álex.

Marina dudó. Miró a su amiga y supo que, realmente, las dos deseaban hacerlo.

- ¿Podemos confiar en él? -dijo Marina.
- Totalmente.

Marina asintió entonces con la cabeza, y Álex llamó a Leo.

- Eh, Leo, ¿quieres bañarte con nosotras?

Leo no respondió. Se puso de pie y empezó a quitarse la camiseta, luego los pantalones y después los boxer que llevaba. Su grado de excitación se traducía en una polla supertiesa, bonita, perfecta. Caminó por las rocas hasta llegar donde ellas estaban y, sonriendo, se tiró al agua. Sacó la cabeza y les dijo:
- ¿No os meteis?

Álex sonrió, miró a Marina y le dijo: "Vamos". Se metió en el agua y se acercó hasta Leo. Se besaron enseguida, y Marina pensó que no era la primera vez que lo hacían. Sintió deseo, lujuria y ganas de vivirlo también. Su mente ni siquiera se atrevía a decir una palabra, ya que, en ese momento, Marina actuaba por instinto. Estas cosas sólo pasan una vez en la Vida. Fluyamos, pensó, total, estamos en un río.

Así que se quitó el bikini completamente mientras los otros dos la miraban sonriendo, y se lanzó al agua. Nadó hasta ellos y, por un momento, se quedaron los tres callados, mirándose, hasta que empezaron a reir. Se sentían felices, y libres.
Leo las cogió a las dos de la cintura y las acercó la una a la otra. Quería que disfrutaran y quería verlas disfrutar. Marina y Álex se besaron apasionadamente, retomando lo que, minutos antes, había sucedido. Álex se encaramó a la cintura de Marina y Leo empezó a acariciar las dos espaldas a la vez. Álex y Marina rozaban y frotaban sus sexos, sus caras se transformaban por el placer que recibían y daban a la vez, y Leo les acariciaba con manos expertas, bajando la curva hasta el culo de cada una de ellas. Los abrió con cuidado, metiendo un poco de cada dedo corazón, haciendo circulitos y provocándoles gemidos de placer. A Leo la polla le iba a estallar, pero conseguía contenerse porque quería llegar hasta el final, quería que ellas se corrieran primero y quería que fuera sin prisa.
Álex se desencaramó de Marina, sin parar de besarla, y empezó a acariciarle los hombros con la boca, las tetas, los pezones, mientras con la mano derecha buscaba su coñito y le acariciaba el clítoris.
Se separó un momento y le susurró a Leo: "Ponte un preservativo que tengo en mi bolso y te dejo follarme".
Leo acató su orden, se salió del agua y, enmedio de esa excitación, consiguió encontrar el preservativo.
- Espéranos, dijo Álex.
Cogió la mano de Marina y la condujo a las rocas donde estaba Leo.
- Siéntate cariño.
Esa palabra le encantaba a Marina. No sabía por qué, pero de siempre. Así que le hizo caso sin dudar. Álex le abrió las piernas, y, tocándole suavemente, atrajo a Leo hacia sí, besándole profundamente en la boca. "¿Te apetece? Lo comparto", le susurró, indicando con la mirada el coño de Marina.
Por toda respuesta, Leo sonrió y se acercó, con Álex, a comerle el coño a su amiga, a lamerle las tetas y a verla totalmente rendida al placer.
"Vamos...fóllame un poquito", le susurró Álex de nuevo. Y, bajando, se colocó la polla de Leo en su coño, haciendo que la traspasara hasta el fondo. Era ella la que se movía, porque su amigo no podía hacerlo, estaba ocupado lamiendo a Marina que empezó a decir: "No puedo más, no puedo más, me voy a correr en cero coma!"
- Córrete cariño - le contestó Álex - que yo voy también...
Y Leo, separándose un momentito del coño de Marina, gritó: "Y yoooo"...

Un minuto más tarde, las piedras eran testigos de 3 gritos que se mezclaban entre sí, 3 estallidos de placer que se perderían en el sonido de la cascada que, majestuosa, parecía prometer guardarles el secreto para siempre.





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