OTRA CREACIÓN DE NUESTRO SUPERASESOR ÁLVARO PEREGRINA...¡¡seguimos inspirados!!
Llegaste extraño, pequeño y curioso. Temías acercarte pero al final el
deseo, la excitación y el morbo te hicieron sacar fuerzas, o perder la
vergüenza.
Al principio no me pareciste gran cosa pero quizás la situación y mi
propio estado de ánimo me animaron a acercarme a mí también.
Parecía que buscabas sexo pero parecía no era el sexo lo que te atraía.
Aún así algo te acercaba y esta vez no me resultaba suficiente, esta vez
me gustaba. Me gustabas.
Llegó gente extraña y el miedo nos mantuvo en silencio y sin mirarnos,
pero al marcharse retomamos nuestra danza y en ese instante me besaste.
Me besaste en un momento en el que un beso necesitaba y en tu beso te
entregaste sin dobleces.
Luego ya sólo querías besarme y nuestros besos fueron apasionados y
ardientes. Nuestros cuerpos desnudos se estrechaban y me incitabas a
acelerar mis embestidas mientras sentía tu pequeño cuerpo sentado en mis
manos, estremeciéndose de placer.
En el momento en que acabó nuestra batalla nos sentimos derrotados y
vencedores, y aún más jadeantes me sonreiste y tu mirada y tu palabra me
desvelaron tu satisfacción, y con ella la mía.
Quizás no vuelva a verte, quizás no debía haberte visto, pero en mi vida
irrumpiste cuando más falta me hacía. Y así tu amor desconocido me
insufló un poquito de oxígeno en este Marte rojo que me estaba
asfixiando. ¿O no fue amor?
Para mí hoy lo es. Mañana...mañana ¿Qué más da?
Llegaste extraño, pequeño y curioso. Temías acercarte pero al final el
deseo, la excitación y el morbo te hicieron sacar fuerzas, o perder la
vergüenza.
Al principio no me pareciste gran cosa pero quizás la situación y mi
propio estado de ánimo me animaron a acercarme a mí también.
Parecía que buscabas sexo pero parecía no era el sexo lo que te atraía.
Aún así algo te acercaba y esta vez no me resultaba suficiente, esta vez
me gustaba. Me gustabas.
Llegó gente extraña y el miedo nos mantuvo en silencio y sin mirarnos,
pero al marcharse retomamos nuestra danza y en ese instante me besaste.
Me besaste en un momento en el que un beso necesitaba y en tu beso te
entregaste sin dobleces.
Luego ya sólo querías besarme y nuestros besos fueron apasionados y
ardientes. Nuestros cuerpos desnudos se estrechaban y me incitabas a
acelerar mis embestidas mientras sentía tu pequeño cuerpo sentado en mis
manos, estremeciéndose de placer.
En el momento en que acabó nuestra batalla nos sentimos derrotados y
vencedores, y aún más jadeantes me sonreiste y tu mirada y tu palabra me
desvelaron tu satisfacción, y con ella la mía.
Quizás no vuelva a verte, quizás no debía haberte visto, pero en mi vida
irrumpiste cuando más falta me hacía. Y así tu amor desconocido me
insufló un poquito de oxígeno en este Marte rojo que me estaba
asfixiando. ¿O no fue amor?
Para mí hoy lo es. Mañana...mañana ¿Qué más da?
