A Julio y a mí nos quedaba un largo viaje por delante. Ibamos a 1000 kms de nuestra casa para pasar 1 semana en casa de su familia,y aunque a los dos nos gustaba mucho viajar en coche, la verdad es que pensamos que se nos haría un poco largo, así que decidimos que cada uno tendría que inventarse algo para amenizar el viaje.
Yo estuve durante una semana grabando nuestra música preferida, calculando que en varias horas de viaje nuestros estados de ánimo irían cambiando, así que mezclé varios cds, desde clásicos de rock como Great Balls of Fire hasta música española de los 80. Esperaba que Julio no hubiese tenido la misma idea de confeccionar la banda sonora, porque no podíamos decirnos en qué consistiría nuestro entretenimiento hasta que no estuviéramos en marcha.
Después de hacer maletas, borrar listas de cosas ya metidas y de muchas risas, nos pusimos en camino. Le dije a Julio que había hecho mis deberes, y le enseñé la carpeta llena de cds que serían la banda sonora de nuestro viaje. Le pregunté si había hecho los suyos, y con una sonrisa picarona me dijo que sí, y me entregó una cajita rosa. La abrí, y vi que dentro había un mando y un huevo. No sabía muy bien qué era, así que me explicó que el huevo me lo tenía que introducir en la vagina o llevarlo pegado al clítoris sujetándolo con las braguitas, y que él se quedaría con el mando. Tenía un alcance de más de 10 metros y 10 velocidades diferentes. Yo me quedé flipada, le miré y me eché a reir preguntándole que cúando tenía que ponérmelo. Me dijo que en la siguiente gasolinera que quedaba muy cerca de allí.
Nos pusimos en marcha y efectivamente, al cabo de unos 2 kilómetros vimos una estación de servicio y Julio aparcó cerca de la entrada. Yo me fui al baño con mi juguetito y lo puse entre mis braguitas, salí, cogí un par de revistas y cuando iba a pagar sentí un sutil hormigueo en mis labios inferiores que iba en aumento, inmediatamente miré por la cristalera y vi a Julio mirándome y aguantando la risa con el mando en la mano. Fui a pagar al mostrador y Julio le puso otra velocidad que aumentó el ritmo y el placer, con lo cual tuve que echar mano de mis dotes de actriz para que el gasolinero no viera lo que estaba pasando...
Pagué a duras penas y me metí dentro del coche, diciéndole a Julio que por favor arrancara y me llevara lejos de allí porque si no iba a tener un orgasmo marca Repsol en ese mismo momento...
Julio arrancó pero paró el mando, diciéndome, con una sonrisa y una mirada de complicidad, que el viaje era muy largo, y que aún quedaban muchas pilas...
Yo estuve durante una semana grabando nuestra música preferida, calculando que en varias horas de viaje nuestros estados de ánimo irían cambiando, así que mezclé varios cds, desde clásicos de rock como Great Balls of Fire hasta música española de los 80. Esperaba que Julio no hubiese tenido la misma idea de confeccionar la banda sonora, porque no podíamos decirnos en qué consistiría nuestro entretenimiento hasta que no estuviéramos en marcha.
Después de hacer maletas, borrar listas de cosas ya metidas y de muchas risas, nos pusimos en camino. Le dije a Julio que había hecho mis deberes, y le enseñé la carpeta llena de cds que serían la banda sonora de nuestro viaje. Le pregunté si había hecho los suyos, y con una sonrisa picarona me dijo que sí, y me entregó una cajita rosa. La abrí, y vi que dentro había un mando y un huevo. No sabía muy bien qué era, así que me explicó que el huevo me lo tenía que introducir en la vagina o llevarlo pegado al clítoris sujetándolo con las braguitas, y que él se quedaría con el mando. Tenía un alcance de más de 10 metros y 10 velocidades diferentes. Yo me quedé flipada, le miré y me eché a reir preguntándole que cúando tenía que ponérmelo. Me dijo que en la siguiente gasolinera que quedaba muy cerca de allí.
Nos pusimos en marcha y efectivamente, al cabo de unos 2 kilómetros vimos una estación de servicio y Julio aparcó cerca de la entrada. Yo me fui al baño con mi juguetito y lo puse entre mis braguitas, salí, cogí un par de revistas y cuando iba a pagar sentí un sutil hormigueo en mis labios inferiores que iba en aumento, inmediatamente miré por la cristalera y vi a Julio mirándome y aguantando la risa con el mando en la mano. Fui a pagar al mostrador y Julio le puso otra velocidad que aumentó el ritmo y el placer, con lo cual tuve que echar mano de mis dotes de actriz para que el gasolinero no viera lo que estaba pasando...
Pagué a duras penas y me metí dentro del coche, diciéndole a Julio que por favor arrancara y me llevara lejos de allí porque si no iba a tener un orgasmo marca Repsol en ese mismo momento...
Julio arrancó pero paró el mando, diciéndome, con una sonrisa y una mirada de complicidad, que el viaje era muy largo, y que aún quedaban muchas pilas...
