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Nuestra misión: Conocer todos los productos para el Amor y enseñartelos en una Reunion Tuppersex.

lunes, 13 de abril de 2020

PONTE LA MÁSCARA ESTA CUARENTENA (ADEMAS DE LA MASCARILLA)

Hoy  me parece interesante hablaros de un artilugio muy simple, pero que puede enriquecer tu Vida sexual más de lo que imaginas. Me refiero a los antifaces y máscaras. 

Máscara veneciana de DisfrutamosJuntxs

Muchas veces, hablando con las mujeres de mi Vida (me refiero a clientas, familiares y amigas), resulta que llegamos a la misma conclusión. Nos encanta usar lencería, tanto los catsuits (elementos estrella de mi maleta), como los corsets o babydolls (llamados también picardías), nos sentimos supersexys y femeninas con ella, pero...da un poco de corte (a veces), aparecer asi ante la pareja, de buenas a primeras, sobre todo cuando mostrar tus encantos y sensualidad no es tu forma de vestir habitual (te decantas más por prendas anchas, cubres tu pecho...etc).
Bien. Pues aqui vienen las máscaras.
Un artículo tan sencillo, barato y fácil de usar y, sin embargo, tan útil. Porque cuando te pones una máscara, te conviertes en otro personaje. Dejas tu máscara habitual para adquirir otra en la cual toda fantasía está permitida. Te sientes cubierta aunque estés desnuda y da lugar a mucho juego. Puedes atreverte a insinuarte, sentarte encima de tu pareja a horcajadas de manera provocativa, acercarte bailando, traer fresas para comerlas juntxs (y que la atrape desde tu boca), o un sinfín de juegos que, a cara descubierta, te podría cortar un poco (al principio, porque luego todo fluye).

Si os apetece jugar a algo más intenso, las máscaras BDSM que cubren todo excepto los ojos, a veces todo el rostro entero o con aperturas de ojos y boca, pueden resultar de lo más excitante. Ya sabeis que acotando un sentido, se acentúa la percepción de los demás...
Capucha con apertura de DisfrutamosJuntxs


Otro factor a tener en cuenta para usar máscaras o antifaces esta cuarentena es el incremento del "sexting", o textos, fotos y videos sexuales a traves de whatsupp (te pongo aqui el enlace a un articulo de mi blog para practicarlo de forma segura)
Estando protegidx por una máscara o antifaz te permitirá también más libertad de movimientos para que puedas disfrutar el sexting de manera consciente, y no dejarte llevar por el calentón del momento.
Máscara de sumisión de DisfrutamosJuntxs




En definitiva, para quitarte tu máscara, ponte una de DisfrutamosJuntxs...;)




sábado, 4 de abril de 2020

Y EL MUNDO SE PARÓ (RELATO ERÓTICO)

La  Vida es impredecible y, desde luego, indomable. Va hilvalando un tejido invisible con puntadas que sólo ella entiende, para dar como resultado bellos mandalas que se entrecruzan entre sí y, desde luego, estamos listos si pensamos que hará lo que nosotrxs, pobres humanos, pretendemos que haga, o que se someterá a nuestros tiempos envasados y ocurrirán las cosas cuando nos encajen en nuestros horarios infernales.

Eso mismo pensaba Sara a partir de la 1ra semana de cuarentena. El mundo entero se había parado por el famoso virus que dominaba el planeta en esos días, con la paradoja de que, a la vez que casi todo estaba infectado, el planeta iba sanando y purificándose. Al mismo tiempo que no podía haber contacto entre las personas, surgían relaciones inverosímiles, que de otra manera nunca hubieran surgido.
Como por ejemplo, entablar conversación con el vecino del 5º. El morenazo de sonrisa profidén que parecía ir siempre deprisa, cargado con mochilas y bolsas negras de trabajo que, si no fuera por el logo de la empresa que aparecía en los laterales, ella hubiera pensado que se dedicaba a atracar bancos con guante blanco. Sólo habían cruzado un par de frases de cortesía cuando se encontraban en el ascensor. Una de las veces, Sara también iba cargada con bolsas (ella de la compra), y, aunque el ascensor era amplio, se rozaron sus codos. El de ella, queriendo entablar conversación, el de él, mudo y concentrado en lo que su móvil le estaba diciendo en ese momento. Qué curioso que, semanas después, el único saludo admitido fuera el de codo con codo. Pero ese día no. Ese día, Sara tuvo que contentarse con las buenas tardes de rigor y ese roce de refilón, sin ninguna mirada de adios cuando se detuvo el ascensor en su planta y se bajó. Él en el 5º y ella siguiendo una planta más.

Al cabo de unas semanas, la situación se repetía. En el mismo escenario pero ellxs con diferente decorado. Mismas bolsas (de plástico ella y negras de tela, él), con guantes de plástico transparentes ella y de vinilo él. Si ya sabía ella que los guantes blancos le iban a quedar muy bien. Él con mascarilla dejando al descubierto unos ojos negros enormes arropados por pestañas espesas. Ella con un pañuelo azul de cuadritos, de palestina rebelde o solidaria, según quien la mirara.
Sara se sentía, en su interior, una enferma pervertida. Le ponía muchísimo ese ver sólo la mitad de los rostros, o esa distancia marcada por los guantes porque entonces, la comunicación con los ojos era mucho más intensa. Estaban esperando el ascensor, a 1 metro y medio de distancia, y tampoco esta vez pasaron de los buenos días y del aislamiento tecnológico.
No hay manera, pensó Sara. Vamos, aunque se acabara el mundo y quedáramos este tio y yo, no me haría ni puñetero caso.
Así que, medio cabreada, subió a su casa, soltó las bolsas, tiró los guantes, se lavó las manos y se puso a mirar los mensajes que tenía en su whatsapp. Zoom dating. Encuentro de singles online. Anda. ¿y esto? Se lo había mandado su amiga Rosa con un guiño. Sería al día siguiente por la noche. Se apuntó después de la ducha. Total, quedaba cuarentena para rato y era lo único que parecía divertido, aparte de las clases de baile online que le encantaban.
A las 9 de la noche, Sara se registró. Se había arreglado el pelo, pintado los labios, habia estudiado a qué distancia poner el móvil para no salir ni demasiado cerca ni demasiado lejos, y entró en la sala virtual. Enseguida empezaron los saludos y también los mensajes por privado. Había gente de toda España, casi todo el mundo saturado ya por el confinamiento y con ganas de cachondeo y conocer gente nueva, aunque fuese por móvil. Le escribieron varios chicos pero conectó con uno que se llamaba Cruz23. La hizo reir en la 2nda frase y, a partir de ahi, ya siguieron hablando durante varios días. Vivían en la misma provincia, pero no especificaron más datos. Sus conversaciones iban sobre gustos de viajes sobre todo, y deporte, ya que compartían una misma afición: el mar, aunque en formatos diferentes. A Sara le encantaba tumbarse en la arena durante horas y bañarse de vez en cuando, o ir en invierno a pasear por la orilla, cuando no había nadie y podía escucharse el sonido de las olas sin interferencias. Él hacía windsurf, y le encantaba sentir el viento en su piel y el olor del mar mientras mantenía el equilibrio y usaba su fuerza para dirigir la tabla.
Bromas, puntos de vista, confesiones íntimas y ninguna foto. Lo habían acordado. Querían conocerse sin ese filtro, en eso estaban los dos de acuerdo. Además, sólo buscaban amistad, en principio, y si luego cuando se viesen fluía algo más...pues tanto mejor! Pero sí se habían descrito a grandes rasgos. Cruz23 era moreno, robusto tirando a un poco subido de peso (según dijo él), estatura media y mucho sentido del humor. Sara era pelirroja natural, con pequitas, menuda, bajita y de piel blanca casi pajiza, según ella.
Y como siempre, la Vida se ríe de nuestras pretensiones. Una noche de charlar hasta la madrugada, se asomó, de puntillas, el tema sexo.  Sara había tenido su última relación hacía poco y Cruz23 estaba divorciado desde hacía 1 año. Según dijo, no había tenido ninguna aventura desde entonces, cosa que, a Sara, le chocó bastante. La mayoría de hombres divorciados que conocía salían de su "encierro" invisible como toros de Sanfermin a las calles, pero éste no parecía ser así. Aún así, no se fiaba demasiado. Pero se dejó llevar en aquella charla y empezó a participar de forma muy activa.
- Y tú en el sexo...¿eres dominante o sumiso? - le preguntó Sara, con curiosidad.
- Bueno...depende...a veces me gusta dominar y otras veces que me dominen...pero tampoco creo que sea esa la base. A mí lo que me gusta es tocar, oler y sentir. Me encanta tocar con mis dedos muy lentamente...por ejemplo, si llevaras una faldita, empezaría a acariciarte desde los tobillos e iría subiendo muy lentamente, tocándote las piernas con suavidad hasta llegar a tus braguitas...y entonces, también de manera muy lenta, te las bajaría y las dejaría rodar hasta que se posaran en tus pies.

Esa sóla imagen bastó para encender a Sara. Algo tan sencillo pero a la vez tan sensual, hizo que quisiera seguir hablando de este tema con él. La voz de Cruz era cálida, incluso le resultaba familiar, aunque esa sensación la tenía desde que empezaron a hablar. De hecho, él decía que parecían conocerse de toda la Vida y aunque ella no compartia al 100% esa sensación, sí que se sentía muy cómoda con él...y el deseo empezaba a despertarse.
La conversación continuó.
- Y a tí...¿qué es lo que más te gusta hacer en el sexo? - preguntó Cruz23.
- Bueno...yo soy mucho de lamer - dijo Sara. - Tú has empezado por los tobillos, pero yo empezaría por el cuello...iría bajando con la puntita de mi lengua por las clavículas, recorriéndolas enteras, el principio de las axilas, seguiría hasta humedecer un pezón, luego el otro...para después volver a subir al cuello...

- Mmmm...esa es una de mis zonas más erógenas...sigue, sigue, ¿qué más me harías? Como sigas así, vamos a acabar teniendo sexo telefónico...jajajaja.
La verdad que, después de 2 semanas hablando y whatsappeandose, su grado de confianza era bastante alto, o quiza fuese ese anonimato, ese escribirle a no saber quien y que puedo borrar y no volver a saber de él/ella, lo que hacía que los dos se abriesen en canal y dijesen todo lo que se les pasaba por la cabeza. Sin embargo, las emociones, la energía y las conexiones son mucho más poderosas que cualquier razonamiento mental, y lo que empezaron a sentir el uno por el otro era deseo, pura lujuria que sólo podía manifestarse con la voz o con letras y emojis de diablillo en el whatsapp. Ni siquiera foto de perfil. Él tenía un barco en el mar, y ella un atardecer en su playa favorita.
Así que Sara siguió, sintiendo cómo le subía la excitación desde su vulva hasta su esternón, cortándole la respiración, haciendo que disimulara porque si no, Cruz23 se daría cuenta de que el juego estaba empezando a ponerse muy muy caliente...
- Pues después seguiría acariciándote el cuello hasta que llegara a la comisura de tus labios...y mi lengua buscara tu lengua y mis dientes mordisquearan un poquito tu labio de abajo...

Sara había caido en la trampa. Había respondido a la pregunta de "qué me harías" y la charla había dejado de ser impersonal para convertirse en un tu a tu de pleno, en un "vamos a devorarnos que se acaba el mundo".
- Me encanta, Sarai (ese era el nombre que Sara se había puesto en el chat), y me encantaría, entonces, dibujar con un dedo el contorno de tu cintura, subir acariciando los perfiles que marcarían tus costillas hasta tus pechos, mojarme entonces el dedo con tu saliva y volver a tus senos, para acariciártelos sólo con ese dedo, rodear tus pezones y luego acariciarte el cuello por un lado, mientras por el otro hundo mi cara entre tu cuello y tu pelo...
- Después yo seguiría bajando con mi lengua desde la calle del estómago hasta la avenida de tus muslos, sentirías mi aliento acercándose a tus ingles, y desearías que llegara un poco más al centro...
- Sarai...tengo que decirte...estoy excitándome mucho...no estaba previsto pero es que tampoco puedo evitarlo...
- Pues...yo también Cruz, la verdad...no sé si es la situación, el misterio de no haber visto jamás tu cara, saber en el plano físico sólo que eres moreno y que te gusta el windsurf y en cambio saber tanto sobre tí en lo emocional...
- Sí, a mí me ocurre lo mismo- dijo Cruz23- me siento respaldado por este aparato llamado móvil, como si fuese mi escudo y detrás de él estuviese protegido, y por eso pudiera dar rienda suelta a todas mis fantasías...en las que ahora estás tú.
- ¿Y qué hacemos?
- Pues...dejarnos llevar...porque no sabemos cuánto tiempo vamos a seguir encerrados ni qué pasará después...sigamos disfrutando juntxs...
- De acuerdo...¿por dónde íbamos?
- Pues yo estaba subiendo y tú bajando...¿o era al revés? jajajaja
- Yo estaba acariciándote las ingles...¿donde quieres que vaya? - dijo Sara.
- Pues quiero que pases tu lengua por mis testículos, suavemente, que los empujes hacia arriba y te los metas en la boca, primero uno, y después otro, mientras yo te acaricio el pelo...y mientras, ahora mismo, en tiempo real, empiezo yo a acariciarme...Sarai, me parece estar sintiendo tu boca de verdad...
- Pues a mí me encanta hacerte esta caricia húmeda y, mientras lo hago, voy a coger el vibrador que justo me compré antes de esta cuarentena, el Satisfyer rabbit...voy a ponerlo a potencia media y con mi mano voy a llevar la cabeza de punto G a tocarme los muslos, para sentir su vibración mientras sigo explorando tu piel...
- Mmmmmmm, no sabes cómo me gustaria dirigir yo ese juguetito hacia tu vulva, y acariciarte tus labios con él, para luego rozar tu clítoris y poco a poco, ir metiéndolo en tí, mientras no paro de besarte...así que quiero que lo hagas tú por mí, quiero que te roces con suavidad, y me digas qué sientes...
Sara le hizo caso. El tacto del juguetito blanco era ultrasuave y además muy silencioso. Le resultaba sumamente placentero. Subió de sus muslos a su vulva y se lo pasó por ella, sin llegar a su clítoris. Varios gemidos salieron de su boca y llegaron hasta el oido de Cruz23.
- Estoy tocando mi sexo, Sarai. Está duro...me excita muchísimo saber que estás tocándote...
- ¿Sabes qué te haría ahora? - dijo Sara, en un susurro.
- Dímelo. - respondió Cruz23 en voz muy queda.
- Pues ahora mismo te lamería tus dedos, uno a uno. Los metería en mi boca y después los sacaría lentamente, uno detrás de otro, mojándolos de saliva y llevándomelos luego a mi vulva, para que hicieras circulitos con mi clítoris, mimándolo con las yemas de tus dedos.
- Mmmmm Sarai...estoy tocándome todo mi cuerpo, estoy acariciándome el pecho, mis brazos, mis piernas...imaginándome que eres tú la que me acaricia...
- Bien...pero no puedes llegar a tu sexo. Tienes que aguantar escuchando mis gemidos...porque quiero que nos corramos juntxs.
- Vale, pero te digo ya que no voy a poder aguantar mucho más...- dijo Cruz23.
- Estoy pasándome el Satysfyer por mis ingles...está buscando hueco para entrar en mi cuerpo...¿le dejo? - preguntó Sara.
- Sii, si...deja que encuentre la entrada, pero no le dejes pasar...acaríciate con él hasta que tu cuerpo se abra para que entre...
Sara aceptó su sugerencia. La punta del juguetito era suave y redonda, así que, jugar con él a la entrada de su vagina era un verdadero placer. Al cabo de un poco, ya no podía resistirlo más, y empezó a introducirlo poco a poco en su cuerpo, notando como su interior iba llenándose y cómo la vibración le producía un cúmulo de sensaciones placenteras. Sus gemidos atravesaron el móvil y le llegaron a Cruz23, que por fin se dio permiso para tocarse su sexo, moviéndolo arriba, abajo, y deteniéndose en el glande para masajearlo con dulzura y avidez al mismo tiempo.
- Sarai, te juro que esto es increible, nunca había sentido esto, es real y fantasía a la vez...mmmmmm....creo que voy a estallar de un momento a otro...
- Yo también, yo tambiénnn - dijo Sara, mientras se escapaba de su boca un grito de placer.
- Oh Dios, esto es increible! - exclamó Cruz23, dejando que los gemidos terminaran la frase y un alarido de gozo escapara de lo más profundo de su garganta.
Sus respiraciones se tranquilizaron. Sus susurros seguían buscándose porque, después de ese contacto tan intenso, los dos necesitaban seguir juntxs, como si realmente pudieran abrazarse y dejar que la ternura se instalase entre ellos, dejando descansar, por unas horas, a la pasión.
Así, Sara supo de los miedos de Cruz23 a no poder estar con otra mujer, a no sentirse deseado, a no ser "lo suficientemente hombre de nuevo". Cruz supo de la vulnerabilidad de Sara, de su miedo a la entrega y al posterior abandono, de la inmadurez que parecía ser el rasgo común de sus últimos pretendientes. De las ganas que los dos tenían de amar. Y de que no se harían daño, pasara lo que pasara cuando se vieran.
La cuarentena duró 6 semanas más. 45 días en los cuales hicieron el amor virtualmente por todos los rincones de la casa de Sara y por todos los sitios donde iba Cruz23. En el baño de su fábrica (era ingeniero de telecomunicaciones de una multinacional), en su oficina, en la máquina fotocopiadora, en el metro, en su cocina, en su cama . Se enviaban fotos y mensajes lujuriosos de todos y cada uno de los sitios donde les apetecía quererse (como ellxs decían).
El día 44, Sara cruzaba el portal de su casa, pero se detuvo a hacer una foto en el rellano. Había un gran espejo a la entrada, y se atrevió a hacerse una foto allí, con el móvil tapando su cara. Aún no se habían visto, a lxs dos les encantaba ese morbo de no saber cómo era el rostro o el cuerpo en su totalidad del otro, y lo que habían ido mostrándose eran partes de ellxs mismxs, cuales Frankensteins pecaminosos, como decía Sara.
Ese día, ya casi verano, ella llevaba un vestidito naranja, acabado en encaje por encima de sus muslos. Click. Foto. Se la mandó a Cruz23.
Entró en el ascensor. Le apetecería mucho, muchísimo, tener allí a su amante virtual y parar el ascensor entre la planta 2 y la 3. Lo hizo, click, foto. Y luego otra, sosteniéndose con las 2 piernas en vilo, faltándole el amante pero teniendo su imaginación. Click. Volvió a darle al botón hasta su planta, aunque el ascensor se detuvo en la 5ª. Se abrió la puerta y entró su vecino, el antisocial, como ella le decía, porque no había manera de entablar conversación con él. Pero esta vez, él le sonrió. Pudo ver su sonrisa incluso a través de la mascarilla.
- Voy para arriba. - dijo Sara.
- Sí, no importa, te acompaño y luego bajo. - dijo el chico. Iba de nuevo con sus mochilas negras, un pantalón vaquero y una camisa blanca. Muy guapo, pensó Sara. Pero claro, tan moreno, todo le favorece.
Enseguida se paró el ascensor, y Sara se bajó en su planta.
- Hasta luego, dijo ella, mirándolo a los ojos.
- Hasta luego, respondió él.

Justo al entrar en su casa, su móvil la llamó con una señal de whatsupp. Era una foto de Cruz23. Estaba enfrente de un espejo enorme, justo como el de su portal, se había quitado la mascarilla y miraba al cristal con una sonrisa. En el texto del mensaje le ponía:

- Con la de veces que pensé en hablarte y nunca me atreví, y ahora resulta que llevamos teniendo sexo más de un mes!! jajajaja. En cuanto termine la cuarentena...¿bajas o subo? ;)